Miércoles 3 de enero de 2024.- Este sábado 6 de enero de 2024, la comunidad de San Pedro de Atacama se prepara para vibrar con el arte vocal en la Plaza de San Pedro de Atacama, donde se llevará a cabo el Festival de la Voz Hercktur 2024, iniciativa impulsada por la Fundación de Cultura.
Este evento tiene como objetivo fortalecer la oferta programática en el área musical, proporcionando herramientas de canto e interpretación a través de talleres, y brindando una destacada instancia de exhibición y valoración del talento local.
Desde sus inicios, el Festival de la Voz se ha destacado por su compromiso con el desarrollo artístico y cultural del territorio. En esta edición, se enfocó en ofrecer a los participantes la oportunidad de perfeccionar sus habilidades a través de talleres especializados, que fueron impartidos por la profesora de canto Natacha Montory.
Rubén Reyes, Director Ejecutivo de la Fundación de Cultura de San Pedro de Atacama señala que “los talleres no solo buscaron potenciar el talento individual, sino también fomentar el trabajo colaborativo y la creación de una red artística sólida en San Pedro de Atacama. El objetivo es contribuir al crecimiento artístico de la comuna, proporcionando una plataforma para el desarrollo y la promoción de nuevos talentos”.
El proceso culminará con una presentación en la Plaza de San Pedro de Atacama, donde los 12 participantes seleccionados en audiciones, tendrán la oportunidad de mostrar al público el fruto de su esfuerzo y dedicación.
La comunidad está invitada a disfrutar de una velada única, llena de música, emoción y talento, el próximo sábado 6 de enero a las 19:30 horas en la Plaza de San Pedro de Atacama.
Es un ícono cultural que combina historia, arte y naturaleza. Sus construcciones de adobe y piedra son la puerta de entrada a las maravillas del altiplano. La iglesia de San Pedro, con retablos coloniales, y el cementerio con vistas espectaculares, reflejan la historia y diversidad cultural. El Pukará de Quitor simboliza la resistencia atacameña.
A 2,800 metros, combina historia y naturaleza con viviendas de adobe y piedra. La iglesia de San Roque, del siglo XVIII, y el cementerio con vistas al Salar de Atacama son espacios de reflexión y conexión con tradiciones funerarias. Peine también es ideal para descubrir misterios arqueológicos y paisajes naturales, destacando la agricultura en terrazas y la producción de quinua.
En el paisaje andino, presenta terrazas agrícolas que desafían la aridez del altiplano. Las construcciones de piedra volcánica y adobe reflejan la adaptación ingeniosa de sus habitantes. La iglesia de San Bartolomé, con retablos coloniales, y el cementerio con vistas panorámicas destacan la conexión con el entorno. Socaire es un punto de partida para explorar el Salar de Atacama.
Un pintoresco pueblo con construcciones de adobe y techos de paja, destaca por su iglesia del siglo XIX con arte sacro y un cementerio a 3,800 metros de altitud, adornado con flores y objetos personales. Rodeado de montañas, ofrece paisajes espectaculares y rutas de senderismo. Sus festividades, como la fiesta patronal de San Antonio, reflejan la rica tradición y fe de la comunidad.
A 4,200 metros, Talabre ofrece vistas majestuosas del volcán Lascar y otros picos andinos. Sus tradiciones agrícolas y pastoriles perduran en un entorno desafiante. La capilla local es el centro de la comunidad, y las rutas hacia los campos de lava del volcán Lascar atraen a los aventureros.
Con sus construcciones de piedra liparita, transforma un entorno árido en un oasis agrícola. La iglesia de San Lucas y el cementerio elevado son emblemáticos del pueblo. La producción de vino artesanal y la Vendimia muestran la conexión de Toconao con la tierra. El Valle de Jere resalta la riqueza agrícola en contraste con el desierto circundante.
A 3,900 metros, es un pequeño poblado donde piedra volcánica y adobe se combinan en viviendas duraderas. Rodeado de cactus y formaciones rocosas, el pueblo mantiene ritos ancestrales. Su capilla sencilla y el cementerio pequeño honran a los difuntos, y las festividades celebran la conexión con la naturaleza desértica.
Situado a 3,800 metros de altitud, Matancilla muestra la adaptabilidad humana con sus construcciones de adobe y piedra. Las técnicas ancestrales en viviendas con techos de caña y barro reflejan la capacidad de sus habitantes para prosperar. Este pueblo, centro agrícola y espiritual, conserva tradiciones vivas en su capilla y cementerio.
Un bastión agrícola en un paisaje árido, ha evolucionado a lo largo de los siglos. Las construcciones de piedra y adobe con techos de paja resisten el tiempo, y la iglesia local, uno de los templos más antiguos, refleja la arquitectura colonial del siglo XVIII. El cementerio en la colina y el río que cruza el pueblo son vitales para la comunidad y sus campos.
A 4,000 metros sobre el nivel del mar, Machuca destaca por su arquitectura de adobe y techos de paja de ichu, preservando las tradiciones ancestrales. Este enclave andino, fundamental en las rutas de pastoreo y comercio atacameñas, es famoso por su legado cultural. La iglesia de San Santiago del siglo XIX y el cementerio con vistas al altiplano narran la resistencia de la comunidad a lo largo del tiempo.